miércoles, abril 05, 2006

F(r)OTextO 4: Évora (Juan Ramón Santos)

Cuando el jubilado americano, alto, rubio y algo desorientado, resbaló y cayó desde lo alto del claustro de la catedral, descalabrándose contra el impávido adoquinado de la rua do cenáculo, sólo la astucia de José, el sacristán, libró a la maltrecha economía de la diócesis de Évora de una segura y abultada indemnización. En cuanto arrancó la ambulancia, alterando con su sirena urgente el estrecho sosiego de las calles, corrió José como alma que llega el diablo hasta el mugriento taller mecánico del compadre António, pagando con generosidad su diligencia, y su silencio, con la firme promesa de una garrafa de bagaço. Un último toque de ingenio, homenaje a los años de emigración en Colonia, demoró la elaboración de la improvisada coartada, y apenas si sobraron unos minutos, dispuesta ya la escena catedralicia del resbalón, antes de que apareciera una pareja de policías desganados a efectuar rutinarios las primeras diligencias. Si lo tenemos puesto hasta en alemán, les mostró José convincente, pero es que la gente no le hace caso a nada. Al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios, pensó José en cuanto la autoridad abandonó el templo, y no quedó en paz hasta confesarse a media tarde con el Deán, quien, sin que el fiel llegase a hacer siquiera propósito de enmienda, lo absolvió y alivió tajante diciendo, Pero, hijo mío, si eso no son más que mentiras piadosas.

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